lunes, 16 de septiembre de 2013

Siempre por el camino de los coyotes.




Dejando atras las luces de la ciudad de Monterrey, la linea amarilla que divide la carretera nos va guiando atravesando esas montañas que silenciosas, nos incitan perseguir ese sueño inmemorable, siempre avante por sobre los desiertos calcarios del norte. El sueño arenoso de nuestra juventud. Aposento en mi asiento y en su blancura y silencios me mira discretamente, sus cabellos siempre al frente de su rostro, pero sus pantalones rasgados me decían otra cosa. Que nos dirigíamos al mismo lugar, que yo abandonaría el autobus primero y no llegaría hasta Parras, como negarme a tomar carretera otra vez, como negarme a volver a nuestro lugar predilecto, como negarme a montar el viento del desierto, a entregarme a la tierra donde fertil nos conduce un coyote por los caminos tactiturnos, siempre por el camino de los coyotes. No hay bares, no hay guitarras, ni vecinos, solo piel y voluntad.
Poeta medicante del norte, el tiempo se convierta en viento, donde el crepusculo nos asoma el diente por detras de las nubes. Siempre por el camino de los coyotes, siempre por los caminos borrados por la lluvia, por donde la gobernadora se mece y destila su aroma romantico junto a los cactus misteriosos allá donde las piedras guardan un mensaje ancestral. Junto a mi espiritú vengo a cobijarme a restrejarme de la mierda citadina. Tierra de escarabajos y lagartijas. canto de liebre que me seduce por la noche y en mis zapatos polvorientos parten las ventiscas de arena. Este es mi teatro el desierto del norte en la amplificada represa seca abunda el silencio. Escenario concebido para la poesía, en mis cuadernos llenos de polvo dibujo el color de la noche que viene con la lluvia coleríca, geometria de humanidad sin discordía. escalando de cerros deserticos, piedras  quemadas y verdes mensaje indígena. y partimos la loma y cruzamos el cerro con camara en mano. después nos quedamos quietos por un rato. Estos paisajes desolados donde abunda el silencio y la energía cosmica. Y el sumbido del viento saluda a los fantasmas de la noche que junto a un burro se pierden en el horizonte que va al crepusculo, ese que no esta todo el día. San Francisco pueblo de  lunas hermosas, venado de valetía de mujeres que reinventan el chocolate y el molcajete. Pero a la carretera hay que acudir de los limites de Zacatecas y Coahuila simpre recorriendo el norte con su musica. Alcanzando cualquier elemento entendible desde nuestra sombra que nos sigue a cualquier lugar hasta el ultimo aliento del sol antes de la noche. Pero siempre por el camino de los coyotes junto al arroyo, o por debajo de las madrigueras con las serpientes seductoras. Siempre con una musica de despedida.
Riders on the storm. Siempre un poeta sin rostro.






-García Estrella.








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