Habíamos visto todos los libros de la
tienda, no nos dimos cuenta que ya era tarde para regresar a casa, a Brenda se
le olvido el autor que quería comprar buscamos insaciablemente pero era inútil.
Celine claro, sus libros no se consiguen
a la ligera hay que ser conocedor de Celine y saber dónde buscar, era como
conseguir un disco de My Bloody Valentine en el Mercado Juárez. Al final nos
dimos por vencidos y caminamos hacia el centro de la ciudad. Hablando de juguetes
sexuales y los libros de Celine y otras cosas. Siempre llevaba en la mano un
cigarrillo encendido, para cuando yo me daba cuenta ya había acabado la mitad.
Mi paso lento la desesperaba además siempre me topaba con las personas –Vamos
por este lado de la acera- me dijo. Lo cual cruzamos sigilosamente sin voltear
a los lados, siguió hablando de Celine, pero ya no le di importancia. Pasamos
por enfrente de unos fotógrafos que la miraron lujuriosamente, reímos y nos
desvanecimos con las palabras con la que nos decíamos volviendo suavemente a
ese origen de esa palabra que se llama Adiós.
-García Estrella