Entonces siento la incertidumbre cruel que atraviesa mi alma
como la flecha de tu ausencia.
Aun conservo nuestras memorias en el bolsillo de viento.
El filo de la cinta incita las cuatro cabezas de la videocasetera
a pintar tu pasado.
En el camino donde recorres con tus pies discretos, solamente odia al
cartero.
No puedes contar historias viejas a las mismas mujeres.
Pintoresco y falso es la cena de la casa de Felicia.
Nos envuelve el vomito
rutinario bajo las costras de tus lonjas
de collar.
Las estrellas se van disminuyendo, las hojas celebran al
viento y se dejan arrancar del árbol.
La malicia de Felicia, gritos de mariposas en el valle del
silencio.
Entonces siento la incertidumbre cruel que atraviesa mi alma
débil con si singular dureza.
El hombre del maíz se aleja a pasos firmes entre los
maizales del viejo sembradío.
Cicatriz en el rostro del ángel, que vaga alcohólicamente después
de hablar con dios.
El sur es el mejor lugar para morir en un invernadero.
¿Qué harás cuando bajen las estrellas a decir mentiras del
espacio?
Si el amor es una formula
existencial, la dosis se ha acabado hace mucho tiempo.