."Si, reconozco que soy libertino:
He concebido todo lo concebible en ese
género, pero que duda cabe de que no he hecho todo cuanto he imaginado ni nunca
lo haré.
Soy un libertino, pero no un criminal
o un asesino"
Márquez de Sade.
Llegue al clítoris
de su cuarto, donde me esperaba jadeante.
Recorrí la habitación
como una bestia desconfiada.
Ella recostada
en su propia luz, en su propio dios interior,
-“Arrójame a
tu fuego Chinasky” - dijo.
Pareciera que
sus rojos labios entornados invocaran a Satán.
Un romance
con la muerte, Su piel tatuada y fértil.
Despistada
mente, espíe los susurros de su corazón inerte.
Bajando
suavemente la cremallera y arrojando su lápiz de labios.
Contemple
cada rincón de su cuerpo como, Como los habitantes del cielo.
Entonces como
serpiente me deslice entre cada codo, cada seno, cada dedo.
Para no
entristecer la tarde, Un ángel Inclinado como colgado de su propia imagen Veía.
Ella sudorosa
y jadeante dice:
“digno eres, que
la tierra no se quede con ningún hijo del cielo”
La acaricie
con dicha sincera.
Mujer
porcelana, regando con mi fuente su húmedo
Altar de Venus.
Tome el bastón
para golpear su morada divina desquiciada mente.
Clavé cada
alfiler en las orillas de sus alas, para clavar mi falo en su Alma.
Y hay derechos a nuestros actos carnales,
Libertinos
arrojados al rincón de los demonios,
Extasiados a la luna del sexo.
Incluso el
olor de su flor, hace brotar algo amargo.
Carne que se
humedece, con la llegada del vicio.
Entremezclándonos
en esta felicidad que solo está en lo que excita.