lunes, 25 de marzo de 2013

Relatos de Infancia.



Cuando era niño me pasaron cosas curiosas, que ahora de grande no me lo explico cómo sucedieron esas cosas raras, desde la infancia era atraído por cosas desconocidas como los fantasmas, duendes, el mito y la leyenda. Mis padres siempre me inculcaron ir a la iglesia tener fe en dios y demás. Todos mis amigos iban de aquí para allá a jugar y de allá para acá, recuerdo que cuando éramos niños nos juntábamos en la cuadra a hacer travesuras o volarnos las naranjas del árbol de doña Aurora, meternos silenciosamente a la casa de las muñecas; así le decíamos a una casa que se encontraba frente a mi casa en donde vivían cinco hermanas de diferente edades, pero todas de una belleza de barrio de esas que no dejas de platicar con ella mientras juegas en la colonia. Una tarde estábamos en la calle Pepe, Carlos, Miguel,  las hermanas Elisa, Rebeca y yo. Estábamos jugando como cualquier tarde de los años noventa cálida, serena y media nublada, cuando a Carlos se le ocurre ir al a los campos que estaban cerca de la Av. Reynosa, (Los campos de los Zorros) nosotros vivíamos a faldas del cerro de la silla, incluso nuestras casas forman parte del cerro ya que realmente la falda de la montaña comienza en la Av. Pablo Livas una avenida antes de Eloy Cavazos la ultima Avenida pegada al cerro donde ahora se transita un inmenso tráfico y sigue creciendo.
        El punto es que aunque fuera tarde para llegar a esos campos de los Zorros donde anteriormente iban a jugar una gran cantidad de niños traídos de muchas partes. Nosotros decidimos ir caminando  bajar hasta aquel punto, tener que cruzar el río la silla  por un puente donde la mayor parte de ahí esta oscura
Carlos: hey!!  vamos al campo de los Zorros.
Elisa: estás loco, está bien lejos y hay que ir caminando.
Pepe: si vamos!! Me llevo el balón de fut, para jugar allá.
Miguel: pues yo si voy, si van si voy.
Rebeca: Elisa no!! Mama no nos deja ir más allá de la esquina.
Yo: pues si todos van, si voy.
Carlos: Ándale Elisa!! Pide permiso o es más, no pidan permiso y vamos así de volada.
Yo: pues si no quieren ir, no las obligues.
Pepe: Vamos rajonas, tu Rebeca el otro día me dijiste que querías ir conmigo al campo de los Zorros, pues ahora  vamos!!
Miguel: Achis!! A mí me dijo que quería ir conmigo al río a pasar la tarde y pescar ranas.
Elisa: Ya ves como eres Rebeca, que paso?
Rebeca: Yo ni me acuerdo de nada, y si quieren ir pues vamos pero ya, antes de que venga mi papa de trabajar llega a las nueve de la noche, verdad Elisa.
Elisa: si quieres ir mana?
Rebeca: si, si no le dices a mama y papa.
Elisa: ok, no diré nada Vámonos!!
Yo: vamos.
Miguel: traite el balón Pepe y unos botes de agua.
Carlos: lleven para comprar papitas o llegamos con Doña Brígida a comprar elotes.
Rebeca: Nombre así  vámonos!!
Así partimos los seis niños en busca de diversión a esos campos llenos de arboles enormes donde los troncos parecieran que ya habían cumplido dos siglos, pues las copas de los troncos estaban más grande que nuestras casas, caminamos calle abajo, descendiendo por la calle Hidalgo (nuestra cuadra) en aquel tiempo nuestro barrio ya era viejo y para nuestra fortuna, todavía no se construían aéreas comerciales para nuestro rumbo, ni tampoco casas como las que ahora hay.
      Bajamos jugando, gritando, Elisa a veces me abrazaba y me tiraba, a Rebeca le gustaba Miguel, pero no atrevía a decírselo todos sabíamos. Cruzamos Pablo Livas, y llegamos hasta donde está el puente de la Av. Lázaro Cárdenas, sobre el rio la silla, Ahí nos detuvimos Pepe se acerco a nosotros  y nos dijo:
Pepe: Oigan, vamos a ver las lechuzas, mi papa dice que se esconden debajo del puente y  dice que hay muchas.
Carlos: No manches, Lechuzas, Debajo del puente apoco ahí se esconden?
Pepe: si, vamos a atrapar una o que.
Elisa: Nombre esas son brujas, aparte dicen que te escupen y además yo no creo que estén ahí.
Miguel: Pues apenas ver, comoquiera vamos a bajar al rio sirve que pescamos algo, ¿tú qué dices Ulises?
Yo: Pues vamos a ver primero desde arriba haber si hay a lo mejor y pescamos una.
Rebeca: yo no voy aquí los espero yo si les tengo miedo.
Pepe: vamos todos, agarren piedras y palos.
Al caminar todos por el puente llegamos a la mitad por donde había dos aperturas, que nos permitían ver hacia abajo, nos acercamos todos nos asomamos y solo vimos el rió que pasaba tranquilamente del otro lado del puente había otras tres agujeros sobre la banqueta pareciera que el puente estaba viejísimo y se fuera a caer. Al no tener éxito en ver si estaban esos pájaros nocturnos, corrimos hacia el otro extremo, el primero en llegar fue Pepe que se asomo hacia abajo primero. Al llegar nosotros nos dijo: -no manchen ahí están, son muchas- a lo que Elisa contesto: -haber déjanos ver-  todos nos amontonamos para observar la congregación de enormes pájaros blancos cafés al fondo del puente, fácilmente yo recuerdo que había fácil más de cincuenta Lechuzas, y todas peleaban amontonadas por la comida, algunas eran más grandes que otras, y empujaban a las más pequeñas para quitarles la comida, y cual fuera nuestra sorpresa que estos Pájaros estaban comiendo ratas y tlacuaches,  las destripaban con sus enormes picos y las desgarraban con sus enormes uñas. Nosotros viendo sorprendidos desde lo alto del puente,  solo se escuchaba el pilar de las ratas cuando estas les encajaban sus picos en sus cuerpos, no sé de dónde salían mas Lechuzas trayendo mas ratas y tlacuaches era como una gran fiesta, se escuchaban los aleteos de  algunas que volaban al otro extremo del puente buscando la oscuridad.
   También emitían un sonido extraño como un silbido pero agresivo. Entonces a Pepe se le ocurre aventarle una piedra al centro donde comían desesperadamente a los roedores. Algunas estaban llenas de sangre pareciera que urgían hasta lo último de la rata. Cuando cayo la enorme piedra se escucho el eco del choque con el suelo todas las Lechuzas como si se dieran cuenta que estábamos ahí voltearon hacia arriba por donde estábamos nosotros, nos vieron algunas otras simplemente seguían comiendo. Tenían una mirada muy misteriosa, era como si tuvieran cara de humanos, parecían algo serias pero veían más allá de nuestros ojos. Recuerdo que una se nos quedo viendo fijamente  a lo que Pepe les volvió a aventar otra piedra, y esta hizo un sonido chillante voló hacia nosotros  a lo que rápidamente corrimos, corrimos alejándonos de ahí  Pepe se quería volver estaba con ganas de atrapar una Las hermanas Elisa y Rebeca no querían volver estaban espantadas con tal escena que vieron, yo estaba perplejo no sabía si era real lo que había visto, Miguel y Carlos también estaban espantados pero querían volver a aventarles piedras. No volvimos simplemente nos fuimos al campo sin darle importancia a esas cosas, nos sorprendían por supuesto pero éramos solo niños que curioseaban   
Desde que era un niño de cinco años recuerdo que siempre los vecinos de la colonia y mis padres platicaban historias de que a faldas del cerro de la silla sucedían cosas extrañas como el avistamiento de un hombre pájaro por las madrugadas, un fantasma que se subía a los carros  en la exacta curva del famoso parque de la pastora Zoológico y bosque, grandes fogatas que se avistaban desde nuestro barrio hasta lo que era poco más de la mitad de la montaña, nadie sabía quién? O qué? Era lo que ocasionaba esas enormes llamaradas de fuego.  Siempre escuchaba a mi madre que decía que cuando estaba esperando a mi hermano pequeño escuchaba una carcajada fuera de la casa de una mujer a altas horas de la madrugada, todas las noches y siempre a la misma hora. Ella decía: –es la bruja que se quiere llevar a mi hijo- mi padre escéptico a esos temas decía que era la vecina que estaba agarrando la fiesta con sus familiares,  pero la intuición de una madre va más allá de cualquier cosa terrenal. Ellas saben cuando algo anda mal.
    Así que una noche cuando dormíamos y la calle estaba tranquila y serena en la madrugada, mis padres en aquel tiempo dormían en el cuarto que daba a la calle y si pasaba alguien caminando se escuchaba rápidamente en la recamara. Eran las tres de la mañana cuando una carcajada estruendosa de una mujer de algunos cuarenta años se escucho en el árbol de enfrente una gran encino que era de Doña Aurora. Mi madre la escucho primero, a la segunda carcajada me despertó a mí, que dormía en la recamara trasera de la casa junto con mi hermano menor, no había escuchado en mi corta vida tremendo alarido podría decirse, ya que aparte de que me despertó me asusto, rápidamente corrí a la recamara de mis padre dejando a mi hermano a la deriva pues estaba totalmente dormido, así que corrí del susto y toque la puerta de mis padres mi madre abrió rápido.
-Que haces aquí, ¡Ulises! Ahí anda la bruja, donde está tu hermano? – dijo mi madre, a lo que conteste  - Mama!! Escuche una risa muy fea, me asusto.-
Mama: corre a la vitrina y saca las tijeras que están en la puerta izquierda apúrate!!
Corrí rápidamente a la sala en la oscuridad de la casa pues ni siquiera hice el intento de prender la luz, según yo para que no se diera cuenta la bruja de que estábamos despiertos. Saque las tijeras que mi madre me dijo, regrese rápido al cuarto de mi padre. Escuchaba a mi madre diciéndole a mi padre que se levantara porque la bruja había regresado, pero los esfuerzos de mi madre fueron en vano. Pues él estaba profundamente dormido y hacía caso omiso a mi madre.
   Madre: Ulises, traite también del refrigerador Chile, tomate y cebolla.
Yo: para que mama?
Madre: los voy a poner en la ventana es un remedio, que aprendí de Parras, ándale tráeselo!!
Así que me devolví rápidamente a la cocina sin encender la luz y en eso escucho ese estruendo terrorífico, ese alarido cruel, maquiavélico, grotesco de una carcajada burlona, recuerdo que era algo así como perros peleándose y al final de cada carcajada se escuchaba un pequeño gruñido como de un marrano enojado,  llegue a la cocina tome el tomate, la cebolla y el Chile  Regrese rápida mente corriendo a la recamara cuando, ahí de nuevo la carcajada esta vez más cerca  como si estuviera cerquita de la ventana, llegue con mi madre y le di las verduras.
Madre: Chingado!!! Se me olvido pedirte la sal también mijo ve corre, rápido!!
Al darme la media vuelta y correr por el pasillo que da a la cocina, en busca de la sal sentí un escalofrió que recorrió toda mi columna vertebral, pues al fondo de la casa, en el patio trasero alcancé a ver una ave enorme que aleteaba las mas enormes alas que jamás había visto en mi corta existencia, fui a la cocina tome la sal y se la lleve a mi madre.
Mi madre con su enorme estomago de embarazada, camino hacia la ventana que daba a la calle, tomo las tijeras cortó el tomate, la cebolla y el Chile y los puso en el borde puso un puño de sal y tomo una pequeña cinta roja que tenía en su máquina de coser dijo lo siguiente:
Madre:  Baño de brujas, baño de brujas tortura empleada para arrancar sus confesiones, Baño de brujas, baño de brujas tortura empleada para arrancar sus confesiones, Baño de brujas, baño de brujas tortura empleada para arrancar sus confesiones, Ato sus pies y manos para su conjuro Bálsamo, Ato sus pies y manos para su conjuro Bálsamo, llévate estas cosas para no manipular la naturaleza, mañana me las traes, llévate estas cosas que tengo para ti para no manipular la naturaleza, mijo es de dios, mijo es de dios, mijo es de dios!!!
Con este conjuro o rezo que mi madre decía susurrándome junto a la ventana yo la miraba poco asustado por que no sabía lo que hacía pero al instante las carcajadas dejaron de escucharse esa noche. Traje a mi hermano del cuarto y nos dormimos con mis padres todos juntos mi madre dijo: -esa cosa no volverá por aquí, no se llevara a mi hijo- a lo que yo la miraba como una heroína de la noche anónima una simple ama de casa, no sé qué fue lo que paso, pero ella ahuyento a ese pájaro esa noche y después dormimos tranquilos nadie de mi familia recuerda los que paso esa noche, solo mi madre y yo. Porque yo fui testigo de cómo la bruja se quería llevar a mi hermano ó no se qué diablos quería, pero estaba allí por algo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

El Balsero.

Montaremos la espiral hasta el final y podremos ir simplemente a donde nadie ha estado. Vial es simple el estrecho por donde caen sus palabr...