Primero no
sabían cómo llamarlo, para decir sucio.
Los días
grises llenos de rebeldía y salían a buscar la noche.
Debajo de
esas camisas de leñador, A punto de terminar los ochentas.
Distorsionaron
sus guitarras, y hablaron de ser una generación X.
Seattle fue
su madre, debajo del puente Wishkah, nacía una leyenda inyectada de heroína.
Ríos verdes
como inspiración, nostálgica lluvia en los bosques como canciones.
Andrew Wood y
sus composiciones, floreciendo la escena finalizando la década.
Mother Love
Bone muriendo antes de nacer, encaminado al mito, ensombrecida por la Heroína que
arrebata a Wood, el placer de recorrer el callejón de la fama en busca de mas
drogas.
Así, de una especie de años noventeros productos de
gritos, botas negras y jeans desgarrados.
Pure grunge, pure white noise, pure shit!!
Baterías
pesadas herencia del punk y heavy metal,
Taladraban los cerebros de los jóvenes
inquietos pero sin la pesadez del metal.
Desencanto y apatía,
como banderas en cada sutil día nublado.
Suprimiendo
la personalidad, cantando canciones de libertad bajo un sombrío concierto.
Dentro de los
sótanos, se gestaba un romance, como cómplice la cerveza, marihuana y tengo un nombre en mi mano, lo escribo y lo
dejo volar “NIRVANA” estremecía los muros.
Grunge, como generación
x.
Grunge,
renaciendo desde los profundos pozos del óbito.
Alicia encadenada,
sin fantasía, desde los lodos y campos de Wishkah, gestando la maldición.
Melón Ciego rodando en los charcos que juntan la
lluvia, vertiendo un té solo para dos.
Yace sobre su
desván, sin nombre y sin alma, “es mejor quemarse, que apagarse”
Yace sin vida
sobre el autobús del grupo, vestido de cocaína en la sangre.
Sé que no
todos podemos quedarnos aquí para siempre
Por eso
quiero escribir mis palabras en la cara de hoy
Y ellos podrán
pintarlo.
Como algo frió,
gris y noventero.
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