jueves, 9 de enero de 2014

Todos los Jueves.



Aquí de vista a la montaña del norte.
Como buen chico fui a comprar cervezas.
En su lado oscuro, el amor lo había encontrado.
A la plaza que el césped dibuje un monje ralo.
Todos están correctos con sus teorías.
Atizando con  mucha dignidad los tratados.
Tentando este diablo con mi canción.
"Cuando vendrán de Sion, por este moribundo"
   Un pinche burges con botones de oro y panza nórdica.
Regreso a casa, y crucificar las rodillas de mi halo.
La banda de guerra en medio del jardín.
Burgueses jadeantes que ahogan todos los jueves sus calores.
 Mujeres al volante que parecen anuncios de Coca Cola.
Deberían de colgar a todo notario publico en las plazas del centro.
Para encontrar nuestra paz de la mente, de mi cuerpo arenoso.
Un lomo orundo y fofo se asoma en las religiones,
Es la ignorancia de dios por los crines de las masas.
Mientras enamorados por el son de Lateralus,
por el sonido del trombón.
Legión de silencios por los senderos.
Ingenuos los poetas husmeando una rosa en la oscuridad.
"Cuando vendrán de Sion, riéndose de mi"
Yo no exhalo fuerte pero miro la carne, 
de las alegres chicas, hechas un desastre, como un estudiante.
Ellos con sus manos quebradas,
Con sus ojos cuajados de ideas indiscretas.
Para el molde, mi color es el pavimento.
 De una espalda de diosa, mi curva en el hombro.
sobrecogedora malicia en las noches.
Pronto de converse y medias manchadas de pintura.
Un acrílico para mi pared de lamentos.
Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres invernales.



-García Estrella.







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