domingo, 12 de junio de 2011

Achiles.


Esta herida que me fue marcada desde los tiempos de un sol  apocalíptico.
Azotando la  mandrágora de tus instintos que se cierne con tu conjuntivitis.
Tres pupilas que se miran bajo los flujos del  alcohol y debiste besar la usurpadora  maldición.
Y camino cuesta  abajo donde  se miran los leones voladores que tristes intentan emprender su vuelo hacia el norte.
 Remueve los botones de tu suéter  ¿porque tu suerte es salvada por las uñas del  Caronte?
Mima al bisonte, y odia tus virtudes que se van con la llegada de la primavera.
Viento dialectico que surge debajo de tus lúmenes.
Y solo escuchamos las conversaciones de la muñeca de trapo.
En bailes paganos nos envolvemos con la madre de todo el libertinaje.
Un principio orillado a la decadencia infinita con vulnerables cuervos.
A partir de la media noche sentiremos nuestras nauseas, como un homenaje al amor.
Cruce de almas en retroceso, reino umbilical derritiéndose en el  sótano.
Bisagras de asesinos derramados por los caminos de caravanas.
Atrévete a arder en el infierno.
La negación de los padres se pinta sobre el oleo, y la sombra de una mujer santa.
Tirando el susto por la ventana de las desgracias, gato maullador encefálico.
Manos de la oscuridad complacidas al lodo.
Abejas sonrientes que viven en el Horizonte de tu pecho.
¿Y aun sabemos tu edad?
Son tus labios de pecado marrón oscuro.

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