viernes, 4 de diciembre de 2015

Un ramo que se desgajo por el peso del fruto.




De tu peso vencido verde honor del verano. 
Yaces en este llano del tronco antiguo. 
Y noble desahuciado. 
Dando venganza estás de ti a los vientos,
Cuyas líquidas iras despreciabas,
Cuando de ellos murmurabas.
Imitando a mis quejas los acentos. 
Humilde Agora entre las yerbas suenas, 
Cosa que de tu altura nunca temió pudieron las arenas,
 Y ofendida del tiempo tu hermosura, 
Ocupa en la ribera el lugar a tu propia sombra.
Menos gastos tendrá la primavera en vestir este valle después que faltas a su alfombra.
¿Qué hará Salomón  cuando hallé su patria con tus hojas en el suelo?
¿Y la parlera fuente que aún ignorante de prisión de hielo exenta de la sed del sol corría?
 Sin duda,
 Llorará con su corriente la licencia que has dado en ella al día.
Tendrá un retrato menos Pisuerga que mostrar al caminante en sus cristales puros.
Cualquier pájaro amante de desiertos dejará tus brazos duros,
Y vengo a poner dudas, 
Para que te habite en llanto tierno la tórtola basta el ser la viuda.
 Porque el invierno pondrá la necesidad de algún Vasallo,
A que se atreva con ingrata mano a encomendarte al fuego,
Yo te quiero llevar a mi cabaña,
Por lo que mi cansancio es repetir las palabras,
A tu sombra se le debe.
 Descansarás el báculo de caña con que mi vida en vientos se mueve,
Y ojalá que yo fuera rey, y no Juglar de la ribera,
No flotas sola y sustentaras todos los mares,
Con canciones incomprensibles,
Y así se repartirán los huesos de mi Alma.

-García Estrella 



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