Mientras que
en mi rasposa alma,
Inmaculadas agresiones sobre el templo de mi cuerpo.
Este cuerpo,
es el templo del hoy.
Construyendo
con todo el barro a mi alma,
Apenas y
podemos recordar la parábola de nuestra existencia.
Vivo ahora, el futuro es un mal chiste.
Elijo esta
nota musical, fraguada en la sacra realidad.
Desde que encontré este halo sobre mi cuerpo.
Este ser de
luz, que murmura en el clímax.
Giro a la
deriva por el mismo rió de conciencia,
Respirando,
eterno en este cuerpo etéreo.
Nuestra
palabra es infinita, nuestra fe es fortaleza.
Viniendo de
todos los alrededores una misteriosa experiencia.
Vivo ahora,
jamás solo.
Elijo estar dentro
de este cuerpo creando realidades.
Esta fuerza
extraña que me acompaña hasta el final de los tiempos.
No hay mortalidad,
en los zapatos del terreno.
Alejarse, porque
se acerca la gloria del estío.
Celebrando este
ser que nos empuja al nuevo nivel.
Manifiesto de
luz, aplastando todos los falsos santos.
En los senos
profundos de la humanidad,
Nace una voz
angustiada, más subliminal y sugestiva.
Dice: que
elijamos la mortalidad de nuestro ser.
Si quieres llevar
mi alma a ese cielo.
“Yo podre elevarla
aún más lejos.”
Más que ese
dios bélico.
Esta luz que
habla a través de mí.
Ella tiene
necesidades como tú y yo.
Tiene necesidad
de contemplarse en el domino de la fuerza mayor.
Separando mi
cuerpo de mi mente,
Abre estos
ojos, ciégame con tu luz.
Alimentando
el deseo de elevarse fuera de esta poesía.
Está en el
mas allá, esta Nébula sobre campo húmedo.
La savia
milagrosa que cubre todo mi tercer cerebro.
Alcanzo para
abrazar todo lo que se acerque.
Balancearse
sobre la espiral que sube ocultamente.
Bañarse en la
belleza de esta existencia.
Sentirme inspirado
para avivar el poder.
Arrastrando la lírica, más allá de la razón.
Sobre un callejón
de Parras, me veo sobre los sonidos,
Para absorberlo,
Todas las sucesiones
de Fibonacci:
1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89,144,…
Esta áurea infinita proclama libertad de pensamiento.
Creciendo como
el mismo universo creado por el pensamiento.
Nuestra
divinidad de seguir siendo humanos,
Del dios
interno.
Autor: Saúl García Estrella.
Autor: Saúl García Estrella.
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