jueves, 23 de mayo de 2013

Leonor (Capitulo 1)



Llegamos a mi pequeña casa el día de ayer, yo había comprado algunas cervezas y un vino tinto, ella compro la comida y los condones. pasamos a la cochera antes a platicar un rato, ya que el calor era insoportable dentro de la casa y el pequeño abanico no se daba abasto. abrí una cerveza y le di otra a ella.
pusimos un disco de los deftones pues tanto a ella como a mi nos gustan mucho, el white pony para variar. abrimos unas papas para estar comiendo algo. Me hablo de su día, de su trabajo, de su familia y una amiga suya, también me hablo de películas viejas como la de el salario del miedo, una película antigua.
me pregunto el por qué no me había casado y esas cosas. me pareció un interrogatorio,  ella se llamaba Leonor y la había conocido en la Cineteca de Monterrey, en una exhibición de una película mexicana llamada Mundo Secreto. También era fanática de los años cuarenta pues decía que la humanidad se forjo en esos años, todo lo que tenía que ver en esa época le encantaba. Tenia la maña de encender un cigarrillo, solo con los cerillos, no usaba encendedor, también hablaba de su hija de 15 años, decía que era una excelente nadadora de sincronizado y era una fanática de los comics japoneses, hablaba de su antiguo novio y maldecía en contra de el, lo odiaba frenéticamente. sin embargo, yo le atraía, no era por lo guapo, porque guapo no soy, ni me interesa serlo, ella decía que había algo de nostalgia en mis ojos de ensoñación y algo de ternura en mi  colérica bohemia. -Pobre Leonor-  pensaba yo,  entonces hable con ella de otras cosas mas interesantes le hable del vino tinto y sus derivados, de la poesía que escribo, mi afición por las plantas y los libros. -Tu no eres como los que he conocido- me decía Leonor, -Eres mas bien como una canción vieja perdida en el tiempo- - eres  como ese vestido pasado de moda, o como esa serie de los años maravillosos que ya nadie mira- y yo pensaba -Pobre Leonor- Tal vez se sentía solamente algo solitaria y busco a otro solitario para hacer compañía y ser escuchada, Al terminar el disco de los deftones pusimos un disco de Alberta Cross, y abrí otras cervezas continuamos bebiendo y la tarde se ponía entre nublada y legañosa, los niños jugaban en la calle, de repente se dejaban sentir unas gotas, pero el bochorno no se iba, la propaganda del pan pasaba como rey en su palacio sobre la calle, aturdiendo todo el silencio.
¿Quieres hacer el amor? me pregunto, el silencio se hizo presente por un momento no había sonido alguno en el tiempo, Afirme con la cabeza, -¿Por que me fuiste a buscar al trabajo Leonor?- le pregunte. ella dio un gran sorbo en su cerveza y la termino, y dice: - por la complicidad y el secreto, no hago esto seguido, no me voy con cualquier extraño a ningún lado, pero me diste un pinche estremecimiento de tentación y nostalgia, esa frialdad con la que caminas y esa indiferencia, parece que te importa un bledo el mundo, aparte ya te había visto en otra función en cineteca  Cuando proyectaron Fando y Lis de Jodorowsky, yo estaba ahí y tu con un par de amigos.-  y yo pensaba - pobre Leonor- entonces fui por otras cervezas, se acerco a mi y me comenzó a besar en el cuello y la tome de su rostro y postre mis labios con los suyos plantandole un beso muy profundo. nos abrazamos esquizofrenicamente, comencé a recordar a esa novia de Parras. ese salvajismo en la puerta de mi pequeña casa con la que nos besamos, era un manifiesto al erotismo, después ella paro y me dijo: - espera todavía no, vamos a beber hasta emborracharnos para hacer el amor, sera una antesala a nuestra comuna, Saúl- sus palabras aunque no se daba cuenta contenían algo de poesía, a pesar de que era solo una madre soltera de treinta tres años, después mientras ella hablaba  y hablaba de sus cosas, al fondo se escuchaba ya una melodía de Cultura Profética,   y recordé la noche cuando en ese concierto en el escena abandone a Isabel justo cuando Cultura tocaba esa canción de Ilegal, creo que fue un acto poético inconsciente. pero bueno solo fue un flachazo,  -Hey!! me podrías pasar otra cerveza y subir al volumen- me dijo, -claro, Leonor- conteste. Abrí la hielera  y bajo la tensión, le di otra cerveza y yo me serví una mas. me dijo -¿Tienes algo de marihuana?-  a lo que le conteste riéndome:  -No, mujer ya he olvidado eso?- ella solo frunció la ceja -Mira ya se asomaron algunas estrellas, ha llegado la noche- dijo, si creo que ya estamos entrados, y la complicidad es tanta. después se paro y camino discretamente por la cochera en donde estábamos bebiendo, eramos tierra fértil los dos, eramos una utopía encontrada, ella camino de un lado a otro con su cerveza en la mano y dando pequeños sorbos, yo sentado desde la puerta solo la observaba, no hablaba para no arruinar el momento y ella daba pequeños pasos de baile al son de  Cultura Profética. y me di cuenta de lo esencial que es la música en estos momentos cruciales,  después me tomo de la mano y nos fuimos a la cama Hicimos el amor, desde un mundo que no conocía, descubrí el miedo al amor desconocido, después me habló de ella para no sentirme solo una vez mas, ese miedo al amor y la muerte y la libertad del del ser en el acto. fundidos en la parábola de la noche, de la nostalgia de las estrellas y del canto andragonico del silencio y del pudor, el ritual del sudor nos envolvió en su península calurosa. después su carnosa vagina desprendía olores muy nauseabundos, ella se avergonzaba y decía:
-Discúlpame, es que no he menstruado en mucho tiempo, ¿No va a venir ningún amigo tuyo ahorita verdad? a lo que contestaba -No nadie viene a visitarme en esta casa, los amigos se han ido lejos-  mientras que el olor de su vagina penetraba cada rincón de la casa, esa pestilencia benevolente y desquiciada era tributo a una superactriz, después comenzó a llorar y empezó a disculparse por el olor que se desprendía de su cuerpo, y lloro frenéticamente. Yo comencé a actuarlo todo y le susurre al oído, le hable poeticamente para que se quedara callada con su cara de derrocada, -¿Dime que harás si viene algún amigo tuyo?  a lo que conteste seriamente -Simplemente no abriré la puerta.- y ella solo lloraba y pedía disculpas por su olor nauseabundo, -no pasa nada- dije, -son cosas que le pasa a todo el mundo-  después de dejar de llorar comencé a acariciarla y le hable de varias cosas que aún no recuerdo, y aunque se tranquilizo le dije - si quieres vamos a seguir charlando y bebiendo- a lo que ella contesto:  -si esta bien-




-García Estrella.














     

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