lunes, 19 de marzo de 2012

La Serpiente.




Se escucha Danzar una Serpiente hasta entonces dormida.
Con oídos pedestres y añorantes.
Se arrastra en la hierba seca y su alma esta deshecha.
Ella busca una sombra errante, mientras baila sobre las hojas de los mangos.
Su piel amarilla es débil como las luces de mi casa.
Dulce voz de mi madre que me llama desde el interior.
Mientras veía a la serpiente recordaba sus ecos roncos, sus ojos intensos, sus escamas de la ventral.
 Ella usa silabas cortas mientras se desliza hacia la oscuridad.
Culebra que ha mentido al mundo con su manzana.
Cansada de danzar, harta, pegajosa, lleva el dolor del mundo en sus parpados, casi en estado de coma, maldecida!!
Entregada al agua y el pecado se aferra al sueño.
Pero también sus brillos me atraían mientras la observaba y podía demorarme al llamado de mi madre.
Su veneno es su propio exilio y el mundo rueda en decadencia.
Anonadado, contemplo su belleza  por última vez deslizarse lentamente como una reina de la tierra, como una diosa perdida entre la hierba seca.
Cuando alzo mis dos brazos levantando la piedra enorme y  la dejo caer sobre  su cabeza, como un Martillo escandinavo.
Muere la serpiente que danzaba por el mundo y desconfió de su último aliento.
Se mueve hermosa y lentamente por última vez.
Mientras escucho la voz de mi madre llamándome desde el interior de la casa.

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