El viento las alza, caen a mis pies la flor alborada.
Mientras mi corazón se va desgajando poco a poco.
Un grito de una mujer que conocí a la orilla de una banca.
También la he sabido amar entre sus ojos.
He vuelto a nacer, en sus disgustos me desarmo.
Caen mis Alas de mis hombros. No hay una pequeña sonrisa.
Soy el color del pavimento, soy una calle partida.
Me incita la nube que oculta el Sol.
Mi sombra no ha sabido de mi presencia en las noches.
He dejado de escribir por un tiempo, mis manos se han secado.
Sol escondido llameante que me silencia con su propiedad.
Un Adagio es una gran compañía.
Siempre he sido ajeno a los buenos momentos.
No hay días de colectividad ya en mi espalda.
El silencio me habla en su idioma poético.
Un vacío cobija estas letras que han purificado mis lágrimas.
Voy cayendo donde los gusanos me esperan cada día, cada hora.
Deshilachado, entre el parque me sostengo.
el viento ni tu sabe de mi presencia.
De los apuntes de un diario
escrito el 23 de abril 2014
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